La asignación internacional supone un paso más en la carrera de cualquier profesional, y aunque resulta estimulante y enriquecedor trasladarse a otro país, los comienzos no siempre son fáciles. En ocasiones, los trabajadores presentan emociones difíciles de gestionar, pero con las estrategias de afrontamiento adecuadas se puede conseguir que la experiencia sea positiva, no solo a nivel profesional, sino también personal.
Desafíos de la asignación internacional
Sumergirse en una cultura nueva, donde cambian las costumbres, los valores y las formas de comunicación, supone un choque cultural y genera diferentes emociones en el profesional. En ocasiones, la curiosidad inicial da paso a cierta frustración, e incluso ansiedad, a medida que el empleado se enfrenta a situaciones son completamente diferentes a las que está acostumbrado.
El proceso de adaptación a estas diferencias culturales supone todo un reto. La necesidad de aprender un nuevo idioma o de adaptarse a prácticas de trabajo distintas a las habituales genera desasosiego y, en ocasiones, la sensación de no encajar. De igual manera, ser extranjero en un entorno desconocido puede resultar emocionalmente agotador.
En muchas ocasiones son las propias barreras culturales y lingüísticas las que pueden dificultar la creación de relaciones de amistad en el nuevo destino. Por esta razón, sentir soledad y sensación aislamiento, especialmente al comienzo de la aventura profesional, es relativamente frecuente en la asignación internacional, incluso cuando el trabajador está arropado en el entorno laboral.
Por otro lado, la presión por desempeñarse bien en el trabajo, adaptarse rápido al nuevo entorno y cumplir con las expectativas profesionales que la compañía ha depositado en el trabajador, también puede generar niveles elevados de estrés. Además, algunos profesionales desplazados experimentarán una pérdida de identidad. Al vivir en un entorno completamente nuevo, pueden sentirse desconectados de su cultura de origen y con sentimientos de desarraigo.
No hay que subestimar los efectos psicológicos que conlleva una asignación internacional en el trabajador. El estrés acumulado y la soledad pueden llevar a una sensación de tristeza profunda y momentos de desesperación. Es necesario prestar atención a estos síntomas, sobre todo si se prolongan más allá de lo esperado, ya que pueden desencadenar una depresión. Si la situación se mantiene en el tiempo es necesario buscar apoyo emocional y estrategias efectivas de afrontamiento para garantizar que la experiencia comience a ser gratificante lo más pronto posible.
Estrategias de afrontamiento efectivas
La planificación previa acerca de todos los aspectos relacionados con la asignación internacional es clave para reducir la incertidumbre en el trabajador. Esto incluye información al trabajador sobre la vivienda, la logística de la mudanza o la atención médica en el nuevo destino, entre otros aspectos. Apoyarse en empresas especializadas en movilidad internacional con servicios asociados de relocation, inmigración o mudanza como Hasenkamp ayuda a que la transición sea mucho más fácil, tanto para el trabajador como para la organización.
Es fundamental que en las primeras semanas el empleado que afronta una asignación internacional no corte los lazos con su país de origen bajo la falsa creencia de que el aislamiento podría facilitar el proceso de adaptación. Mantener conexiones regulares con amigos y familiares es un ancla emocional muy importante durante el periodo de adaptación al nuevo destino. Hablar con personas de confianza permite rebajar las preocupaciones, además de crear una conexión y un sentido de pertenencia muy importante para el trabajador en esos momentos de tanta vulnerabilidad.
Por otro lado, profundizar en la cultura local y en las costumbres del nuevo entorno es crucial para reducir el choque cultural. La participación en actividades de carácter social puede ser una herramienta efectiva para adaptarse más rápidamente, a la vez que el empleado amplía las posibilidades de conocer gente y establecer amistades. En este sentido, aprender o mejorar en el idioma local facilitará la comunicación y la integración en la comunidad.
La comunicación abierta con la empresa es importante en estos casos. Comentar con la organización las dificultades emocionales que el trabajador está atravesando es el primer paso para abrir la puerta a recursos adicionales que pueden resultar de mucha utilidad, como programas de apoyo o servicios de asesoramiento. Además, establecer metas realistas y gestionar las expectativas es crucial. Aceptar que la adaptación tomará tiempo y que habrá desafíos a lo largo del camino puede reducir la presión a la hora de vivir en el extranjero.
Por último, el autocuidado es esencial. Mantener una dieta equilibrada, hacer ejercicio regularmente y asegurar las horas de sueño necesarias es fundamental para fortalecer la salud mental. De igual manera, para prevenir el agotamiento emocional es necesario establecer límites claros entre el trabajo y la vida personal. La gestión del tiempo y priorizar actividades de ocio es clave para que una persona se sienta equilibrada Y para los momentos de estrés, resulta muy útil practicar meditación, yoga o mindfulness, o conocer técnicas efectivas para la gestión del estrés, como la respiración consciente.
Si estas técnicas no son suficientes, es recomendable buscar ayuda profesional. La terapia proporciona un espacio seguro para explorar emociones, aprender habilidades de afrontamiento y desarrollar estrategias para abordar desafíos específicos. En la actualidad, existe una amplia oferta de terapia online a la que el trabajador puede acogerse, incluso estando en el extranjero. Conviene consultar con la empresa la posibilidad de que asuma este gasto.
