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Las mujeres que asumen una asignación internacional afrontan una serie de desafíos que van un paso más allá de los problemas que cualquier expatriado puede experimentar. Estos retos están intrínsecamente ligados a su género, y se ven amplificados por factores culturales, laborales, personales y sociales.

 

Retos culturales

Uno de los desafíos más recuentes para las mujeres que asumen una asignación internacional tiene que ver con aspectos culturales. Dependiendo del destino, las expectativas sobre el comportamiento que se le presume al género femenino pueden variar.

En muchos países, persisten valores tradicionales que imponen roles de género más rígidos, lo que puede crear un ambiente incómodo para una mujer que asume una posición de liderazgo. En este sentido, las asignadas internacionales pueden encontrarse con actitudes que subestiman o cuestionan su autoridad solo por el hecho de ser mujeres. Por este motivo, en países con una discriminación de género más arraigada las profesionales tienen más dificultades para integrarse y desarrollar una carrera profesional en igualdad de condiciones respecto a sus compañeros.

 

Impacto en el terreno personal

Otro reto por asumir es el impacto personal que la asignación internacional tiene en las asignadas internacionales, especialmente en lo que respecta a la conciliación de la vida profesional y familiar.

Tradicionalmente, las mujeres han sido percibidas como las principales responsables del cuidado del hogar y la familia, una expectativa que sigue prevaleciendo en determinados países. Y si la profesional está casada o tiene hijos, la situación es aún más complicada.

Algunas mujeres que aceptan un puesto en otro país con sus familias, incluso si se desplazan con sus parejas, se ven obligadas a asumir la mayor carga de trabajo que supone la integración familiar. Por un lado, apoyar a sus hijos en la adaptación a un nuevo sistema educativo y la falta de referentes cercanos, pero también lidiar con la logística diaria, y todo ello mientras desarrollan su carrera en un entorno nuevo. Para muchas mujeres, el «síndrome del acompañante» es un reto añadido, ya que se espera que gestionen adecuadamente la transición familiar al nuevo entorno, aunque también estén lidiando con sus propios desafíos personales y profesionales.

 

En el entorno laboral

Las asignaciones internacionales suelen estar asociadas a puestos de alto nivel o en sectores que requieren habilidades específicas. En estos ámbitos, la existencia de techos de cristal aún continúa restringiendo el avance profesional de las mujeres.

A ello hay que añadirle que las redes de apoyo de las profesionales pueden no ser tan efectivas o incluso inexistentes en el nuevo país, lo que deja a muchas mujeres sin el respaldo necesario para avanzar en sus carreras. En determinados sectores tradicionalmente masculinos, como el de la tecnología o la ingeniería, las asignadas internacionales pueden sentir aún más el aislamiento y la falta de oportunidades equitativas.

 

Seguridad personal y salud mental

Otro aspecto que suele ser pasado por alto es la seguridad personal de las mujeres y la percepción de riesgo. Las profesionales que se trasladan a ciertos países, especialmente los que están en vías de desarrollo, tienen la dificultad añadida de tener que preocuparse por su seguridad personal o por vivir situaciones de acoso en espacios públicos.

Tener que tomar precauciones adicionales añade un nivel de estrés y tensión que puede afectar su bienestar general y la productividad en el puesto de trabajo. En estos casos, la independencia que implica enfrentarse a una asignación internacional puede verse restringida por la necesidad de estar siempre alerta y tomar medidas preventivas frente a posibles riesgos.

Fruto de todo ello, la salud mental es otro aspecto clave que debe ser tenido en cuenta en las asignaciones internacionales cuando están protagonizadas por mujeres. La asignación internacional en sí misma es una experiencia muy exigente, que puede generar sentimientos de aislamiento y soledad por el choque cultural. Para las mujeres, que en muchos casos tienen que enfrentarse a presiones adicionales debido a las expectativas familiares, sociales o laborales, estos sentimientos pueden intensificarse, provocando ansiedad o depresión. A ello se le añade que no siempre es fácil acceder a servicios de salud mental de calidad o en otro idioma, lo que puede agravar el problema.

 

Adaptación y resiliencia

A pesar de todos estos desafíos, las mujeres que asumen una asignación internacional lo hacen a menudo con una gran capacidad de adaptación, resiliencia y habilidades que les permite superar adversidades, conscientes de las oportunidades de crecimiento personal y profesional que la experiencia implica. Así, las asignadas internacionales regresan a sus países de origen con una visión global mucho más amplia del mercado laboral y una red de contactos internacionales que le permitirán avanzar en su vida profesional.

Para que la asignación internacional sea un éxito, los expertos consideran que la clave es implementar políticas más equitativas, ofreciendo a las asignadas internacionales la ayuda necesaria, especialmente teniendo en cuenta que la diversidad de género en el liderazgo global es una clara ventaja competitiva. Y para que el número de profesionales que deciden aprovechar una estancia en el extranjero siga creciendo, es fundamental que las organizaciones, gobiernos y sociedades reconozcan y aborden los retos que presentan para las mujeres con políticas de apoyo, estructuras laborales más flexibles y entornos inclusivos que promuevan la igualdad de género en todos los ámbitos.

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